miércoles, 19 de mayo de 2010

Primera escena de El inocente

Primera escena, Tulio se ha reconciliado con su amante y le dice a su mujer que se va a Florencia con ella

Tulio: ¿Sabes lo que hacía? Te estaba escribiendo una carta, pero ya que estás aquí... Mañana me voy a Florencia, no sé cuánto tiempo estaré allí, te lo quería decir.
Giuliana: ¿Te vas para siempre?
T.: ¡Siempre! ¡Qué palabra tan solemne! Mira Giuliana, aunque yo nunca te lo haya dicho, seguro que algún alma caritativa te debe haber puesto al corriente de mis infidelidades. Yo no te he hablado nunca porque eran historia sin importancia. Y sobre todo porque entre nosotros hay un pacto muy claro desde el principio, cuando aceptaste casarte conmigo. El amor dura hasta que se acaba, después se substituye con el afecto, el aprecio, la amistad, los intereses comunes. Siempre que sea posible, claro. Pero he de creer que sí, tanto para ti como para mí, ya que has aceptado sin quejarte la situación que se ha establecido de hecho entre nosotros desde hace mucho tiempo.
G.: Eran historias sin importancia, como has dicho tú, por eso he tratado de ignorarlas, de no hacer caso.
T.: Nuestro matrimonio había que defenderlo a cualquier precio, incluso a costa de nuestros resentimientos, ¿verdad? Y tienes razón, has estado extraordinaria. Porque aunque mi amor por ti se haya debilitado, como tenía que pasar fatalmente, el afecto y el aprecio no han hecho sino aumentar. Te aprecio y te respeto como una hermana muy tierna, sin la que no podría vivir. Tendrías todo el derecho a hacerlo, pero yo sufrirí mucho si me abandonaras. ¿Quierres continuar viviendo conmigo? ¿Quiees ayudarme?
G.: ¿Ayudarte? ¿Cómo?
T.: Soportándome. Afrontando una situación que, según los esquemas de la sociedad sería muy criticabel. La mujer a la que amo ahora...
G.: ¿Teresa Raffo?
T.: Sí, Teresa.
G.: Es viuda, libre. ¿Qué te impide irte con ella si quieres?
T.: Te he dicho que la amaba. No he dicho que me quiera casar, ni que quiera vivir con ella. Es una mujer sensual, bella. La deseo. Ninguna mujer me había llevado tan de cabeza como ella.